Las “cuidadoras”: el impacto de Las Bambas en las mujeres rurales

Las “cuidadoras”: el impacto de Las Bambas en las mujeres rurales
marzo 31, 2020 Soledad Sevilla Mendoza

Nuestras investigadoras Leda M. Pérez, Lorena De la Puente y Daniela Ugarte identificaron tres perfiles de mujeres que han sido impactadas por la presencia minera. En este artículo, analizamos uno de ellos: el de las mujeres adultas rurales de Tambobamba, quienes se han visto desfavorecidas desde la construcción del proyecto minero emblema de Apurímac, la región que concentra el futuro de la minería en el Perú.

La importancia de la gran minería en el Perú suele vincularse con el crecimiento económico a nivel nacional y local. Pero ese énfasis está dejando de lado un aspecto trascendental en la vida de la población: el impacto de un proyecto minero dentro de los hogares y las comunidades de la zona de influencia. Se habla mucho de los empleos locales directos e indirectos que este genera, pero a costa de invisibilizar cómo esta demanda de mano de obra transforma de manera diferenciada los roles de género, situación en la que claramente las mujeres son las más perjudicadas.

Esto sucede a pesar de que la realidad habla por sí sola. Cuando las investigadoras viajaron en tiempos del posboom minero a Tambobamba —uno de los distritos de la provincia de Cotabambas, Apurímac, donde se ubica el proyecto minero Las Bambas—, notaron que los hombres eran los que más salían de las comunidades campesinas rumbo a la ciudad o ingresaban provenientes de ella. Muchos de ellos, incluso, vestían uniformes de las empresas contratistas mineras o chalecos con el logo de Las Bambas. En cambio, si las mujeres salían, lo hacían por comercio o transporte de animales.

Era la comprobación de los testimonios que recogieron en la zona y que después analizaron en Las cuidadoras de los mineros: género y gran minería en Cotabambas. Las madres, esposas y viudas entre 25 y 75 años les hicieron notar que los hombres (esposos e hijos) viajaban a la ciudad con más frecuencia para trabajar en empresas de servicios a la minería, mientras que ellas se quedaban solas, dedicando más tiempo a la agricultura y al cuidado de los animales.

Es cierto que en estas áreas rurales los hombres tradicionalmente han migrado a buscar empleo. Si bien la agricultura es importante en sus comunidades, en realidad estas son primordialmente ganaderas. Entonces, ellos siempre han optado por trabajar como peones en los campos de Cusco y Arequipa durante ciertas épocas del calendario agrario. Pero desde la construcción de Las Bambas —como evidencian las investigadoras de la Universidad del Pacífico— su ausencia en las casas se ha vuelto más habitual. Como consecuencia, las mujeres adultas rurales están asumiendo una mayor carga de trabajo no remunerado en el hogar y en la chacra.

Según Pérez, De la Puente y Ugarte, hay evidencia para pensar que «la minería ha contribuido a recrudecer los roles tradicionales de género», y ha generado que las mujeres rurales de Tambobamba se adentren en una dinámica de exclusión como la que se muestra en el siguiente gráfico:

 

Triple carga de trabajo

La literatura feminista ha planteado que las mujeres tienen una «doble jornada» al dedicarse al trabajo remunerado y las tareas del hogar. Sin embargo, las investigadoras de la Universidad del Pacífico han acuñado el concepto de «triple jornada» para explicar la situación de las mujeres rurales de Tambobamba. Esto es porque ellas, además de encargarse de los quehaceres de la casa y la crianza de los hijos, tienen que reemplazar a los hombres en la agricultura y otras actividades comunales.

Un aspecto que agrava esta dinámica es la desintegración de modalidades históricas de cooperación comunitaria: las mujeres adultas rurales tienen problemas para apoyarse en sistemas de reciprocidad como el ayni para el trabajo agrícola. Estas costumbres se han debilitado debido a la competencia entre familias por conseguir empleos; es decir, hay menos motivaciones para pensar en la comunidad y más para pensar en el beneficio individual. Se trata de un proceso de individualización causado por la presencia minera.  Por eso, las jornadas diarias de estas madres y esposas duran en promedio 17 horas (desde las 4 a. m. hasta las 9 p. m.). En otras palabras, tienen menos tiempo para ellas y sus hijos.

Ser mujeres, indígenas y pobres también las coloca en una condición vulnerable, destacan Pérez, De la Puente y Ugarte. Las investigadoras explican que la combinación de las categorías género, raza y clase afectan a todos los aspectos de la vida. Y esto se refleja en las mujeres de Tambobamba: acceden más a la educación, pero dejan de estudiar cuando son madres; y, además, aún tienen un bajo nivel educativo en comparación con los hombres.

Empleos “masculinos”

En el ámbito laboral es donde más se reflejan estas desigualdades. Ellas no consiguen un mejor trabajo porque, además de estar menos preparadas, el hecho de ser quechuahablantes constituye una barrera. Pero sobre todo: los pocos empleos disponibles que podrían contribuir con su independencia provienen de la minería, y estos son netamente “masculinos”.

Uno creería que la participación política tendría que ser naturalmente el canal por donde ellas expresen sus intereses y motiven un cambio. Sin embargo, solo los hombres tienen voz y voto en las asambleas comunales. Ellas solo asisten si son viudas o cuando sus esposos están fuera de sus pueblos, pero no tienen una participación efectiva. Esto hace difícil trasladar sus expectativas y problemas a la adopción de decisiones comunales.

Por todas estas dinámicas económicas definidas por la minería, «el resultado es que las mujeres permanecen no solo en los hogares, sino también en ámbitos agrarios y ganaderos que están en decadencia», explican en el documento las investigadoras de la Universidad del Pacífico. El análisis supone también una crítica a las compañías mineras y al Gobierno, pues no están percibiendo la falta de equidad de género relacionada al impacto de la minería, puesto que «son actividades de carácter informal o entendidas como parte del mundo “privado”».

Trabajo de cuidado en la minería

Para explicar los alcances de su investigación, Pérez, De la Puente y Ugarte desarrollan el concepto de «cadena de valor de la minería» y su «efecto multiplicador»; es decir, la dinámica de eslabonamientos —entre ellos, el empleo y los servicios tercerizados— que hacen posible la presencia minera. Asimismo, se apoyan en la paradoja de la «economía de enclave», con la que puntualizan que la minería genera muchos ingresos locales, pero no impulsa un verdadero desarrollo. Y bajo esa lógica las investigadoras insertan el concepto de «economía del cuidado», entendida como la actividad de cuidar a otros para ayudarlos a desarrollar sus capacidades.

Es así como se preguntan: ¿qué rol cumple la «economía del cuidado» en la cadena de valor de Las Bambas? Un tema de estudio importante, si además consideramos que dicho proyecto minero se ubica en Apurímac, la región que concentra el futuro de la minería en el Perú. Y allí, en los distritos de Tambobamba y Challhuahuacho —provincia de Cotabambas—, hallaron que las mujeres eran las más desfavorecidas por la minería, luego de realizar 60 entrevistas y un trabajo local de 20 días. Identificaron tres perfiles que representan este impacto desde un enfoque de género: las mujeres adultas rurales (que desarrollamos en esta ocasión), las mujeres jóvenes urbanas y las ancianas excluidas (de las cuales hablaremos en otras entregas).

En el caso de las mujeres adultas rurales de Tambobamba, las conclusiones de las investigadoras de la Universidad del Pacífico son contundentes: hay evidencia de que la presencia minera ha reforzado los roles tradicionales de género, de modo tal que las mujeres permiten «la reproducción de la cadena de valor de la minería»; es decir, gracias a ellas los hombres pueden migrar para emplearse en la ciudad. De ahí la metáfora utilizada por las investigadoras para dar título al documento: «Ellas son, pues, las “cuidadoras” de los “proveedores” [mineros]».

2 Comentarios

  1. Gerardo Agüero Palomino 4 años hace

    Las labores de las mujeres indígenas no han cambiado desde la llegada de los conquistadores.Antiguamente se les asignaba un quehacer predominantemente en el hogar ( Alimentos , crianza de sus vástagos y de pequeños animales, ropa etc.) La gente vivía en comunidades y no tenían ambiciones personales . Sus mentes gozaban de tranquilidad porqué no tenían preocupaciones por deudas y otros ( No conocían dinero) .Pero lo más importante: Con la presencia de la minería ,no han mejorado absolutamente en nada. El hecho de haber sobrevivido con sus propios recursos por centurias , demuestra que nunca necesitaron de nadie, ni siquiera del Estado. Por lo contrario con la presencia de los extractivisstas se ha roto sus costumbres y con ello han retrocedido en su desarrollo.

  2. Pharisa Amaro 4 años hace

    Es interesante la nueva perspectiva que nos muestran las investigadoras acerca del triple rol que cumplen en la actualidad las mujeres rurales. Entendí el punto de vista, pero tengo una observación, la minería las Bambas se encuentra específicamente en el distrito de Challhuahuacho provincia de Cotabambas, aunque afecte a toda la provincia, en donde predomina este triple rol es en las comunidades de Challhuahuacho en especial Fuerabamba (aquí está la minería), entonces la mención recurrente del texto de la población tambobambina sería errónea debido a que en este distrito (Tambobamba) nisiquiera se ubica la empresa minera y se debería usar más el término mujeres Fuerabambinas o Challhuachinas.

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*