Lecciones y retos para el desarrollo de la niñez en el Perú

Lecciones y retos para el desarrollo de la niñez en el Perú
septiembre 4, 2020 Soledad Sevilla Mendoza

Enrique Vásquez Huamán, economista e investigador de la Universidad del Pacífico, presentó en la FIL Lima 2020 su libro La niñez del Perú en la mira: qué podemos aprender de los programas sociales, donde analiza los esfuerzos del Estado para atender a la población infantil más pobre, un aporte que cobra mayor relevancia para plantear una gestión más eficiente y eficaz del gasto social en tiempos de pandemia.

Los niños, niñas y adolescentes son el primer paso hacia el futuro de un país, pero en el Perú este muchas veces se da sin zapatos, en medio de la pobreza y la precariedad. El derecho a una buena educación, salud, alimentación y otras necesidades básicas es vulnerado desde la primera infancia. Por ello, durante años, sobre todo en las últimas décadas, el Estado ha intentado suplir estas carencias mediante distintos esfuerzos institucionales. Sin embargo, ¿hasta qué punto han funcionado?, ¿qué más se puede hacer?, ¿cuáles son las lecciones aprendidas?

En el día inaugural de la Feria del Libro de Lima (FIL Lima 2020), el economista e investigador Enrique Vásquez Huamán presentó su libro La niñez del Perú en la mira: qué podemos aprender de los programas sociales, publicado por el Fondo Editorial de la Universidad del Pacífico, donde analiza, desde un enfoque de ciclo de vida, la experiencia de la política social enfocada en la infancia. Para este propósito, utiliza como ejemplo seis programas sociales (Cuna Más, Yachay, Juntos, Vaso de Leche, Qali Warma y Beca 18) y, con el objetivo de mejorar su gestión, propone mirar cada uno de ellos a través de seis dimensiones: desde la identificación de beneficiarios hasta la articulación interinstitucional.

«Uno no puede andar a ciegas. Tiene que hacerlo sobre la base de las lecciones aprendidas. En ese sentido, el libro intenta reconstruir muchas historias institucionales, sacar algunas lecciones y, evidentemente, algunas sugerencias», anotó el autor, quien agregó que este aprendizaje institucional es complementado con la experiencia de programas sociales de otros países que también buscan resolver los problemas de la población infantil más pobre.

La antropóloga Norma Correa, una de las comentaristas en la presentación, destacó que el libro es útil por dos razones: actualiza la casuística nacional de los programas sociales y brinda una visión panorámica de la evolución de la política social desde los noventa hasta la actualidad. Así lo remarcó la investigadora de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP): «El libro evidencia que el Estado, con sus avances y retrocesos, ha ido ganando experiencia. Eso es importante entenderlo si queremos reformar, renovar e innovar».

 

Visibilizar para mejorar la gestión

Precisamente, reformar, renovar e innovar serán los procesos que marcarán de aquí en adelante la protección social, llamada a «estar en el centro del debate» por la pandemia del coronavirus, tal como reflexionó Correa. En ese sentido, el libro puede ser leído desde la urgencia del contexto para plantear diversos cambios. En la presentación del libro, por ejemplo, se insistió en implementar el enfoque de pobreza multidimensional, aquel que toma en cuenta las privaciones, más allá del ingreso de dinero.

Según Vásquez, esta es la mejor manera de determinar el número de beneficiarios que necesita la ayuda del Estado, el punto de partida de todo programa social. Demostró, por ejemplo, que insistir en la pobreza monetaria (basada en los ingresos) implicaría considerar más de 2.8 millones de niños, niñas y adolescentes pobres, cuando en realidad son 3.2 millones si se introduce en el cálculo el concepto de pobreza multidimensional.

«La coyuntura actual será muy difícil para los niños, niñas y adolescentes. Y, como dice el autor, la medición de la pobreza multidimensional nos dará más pistas sobre lo que significa ser pobre. Creo que Perú está muy orgulloso de haber reducido los niveles de pobreza monetaria, pero cuando uno aplica una lupa más multidimensional se da cuenta de que las brechas muchas veces no se están cerrando, sino que se están agigantando», advirtió Ana de Mendoza, representante de Unicef en el Perú, quien también participó con sus comentarios.

Ahora bien, no solo se trata de visibilizar a los pobres multidimensionales, sino también de construir un sistema de información único sobre los beneficiarios y un entorno de intercambio de buenas prácticas. Es lo que Vásquez sugiere en el libro; y respecto a los esfuerzos estatales en medio de la pandemia, reflexiona lo siguiente: «la implementación de los bonos está exigiendo que las entidades del Estado revelen su tesoro más guardado: quiénes son los beneficiarios, cómo se está haciendo y por qué se está haciendo».

Otro punto que el autor contextualizó aquel día de la FIL Lima 2020, y que analiza en el libro como una de las dimensiones de una buena gestión social, es enseñar a la población beneficiaria a sacarle el mayor provecho a la ayuda social. «Lo que estamos viendo ahora, el esfuerzo del Gobierno de compensar socialmente a quienes están sufriendo la pandemia y el shock de recesión, ciertamente es importante, pero el Estado no solo debe de cumplir con entregar cosas o dinero, sino informar y capacitar a la población para hacer que sus patrones, actitudes y comportamientos vayan cambiando», explicó Vásquez.

Esto supone dar un paso adelante y monitorear el impacto de los esfuerzos del Estado que buscan el desarrollo de la niñez, así como establecer claramente el momento de la graduación de los beneficiarios y encaminarse hacia una articulación interinstitucional, tanto entre las carteras ministeriales como entre los distintos niveles de Gobierno, de modo que los programas sociales se complementen. «Un balance sobre la articulación tiene que pasar por la casuística ―señaló Correa―. Mirando el conjunto de microarticulaciones es como vamos a entender ese bosque. Ahí el libro nos aporta elementos para pensar en nuevas soluciones”.

Más allá de los programas sociales

Desde una mirada panorámica, Correa añadió que los aportes de Vásquez en La niñez del Perú en la mira dan cuenta de la importancia de pasar de un debate sobre la cobertura de las políticas sociales a uno centrado en la calidad y eficacia del gasto. En palabras de ella, esto es lo más trascendental: «El marco evaluativo no solo está en los millones en coberturas e inversión, sino también en cómo estamos cambiando las condiciones y la calidad de vida de las personas, en este caso de los niños, niñas y adolescentes».

 De Mendoza reflexionó en esa misma línea: «No solo se trata de invertir más en la niñez y adolescencia, sino de invertir mejor. Y garantizar que el gasto sea efectivo. El Perú cuenta con un bono demográfico de niños, niñas y adolescentes que no se volverá a repetir. Tiene que priorizar la inversión en esta etapa de la vida porque es el presente y el futuro del país».

En ese sentido, la representante de Unicef en el Perú argumentó que el libro es una herramienta útil, pues «nos da la oportunidad de tener una casuística histórica que permite repensar qué tipo de Estado se está planteando el Perú en cuanto a sus políticas sociales: ¿estamos queriendo, como sociedad, tener políticas sociales o solo un conjunto de programas sociales?».

La pregunta es válida si se toma en cuenta ―tal como observó De Mendoza― que algunos programas sociales aún son asistencialistas. Y lo determinante no es tener uno mejor que otro, sino darles un enfoque más profundo e integral «si queremos que sean transformadores». Así como hay una política educativa o una política económica ―agregó―, en los mismos términos se debe hablar de una política social, en la que la población infantil más pobre tenga los mismos derechos, independientemente de la región donde haya nacido.

Las brechas sociales y el contexto así lo demandan: la pandemia agudizará la pobreza en el país, la cual se traducirá en más deserción escolar, trabajo infantil y vulnerabilidad de niños, niñas y adolescentes. ¿El Perú está preparado para hacer frente a este rezago social inesperado? «El 2020 es un año realmente de quiebre y que requiere tomar decisiones no de Gobierno, sino de Estado», dijo De Mendoza. Esa es la altura del reto.

 

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