Una tipología de instituciones de Educación Básica Regular: hacia la autonomía y mejores políticas de financiamiento, de César Guadalupe y Andrea Huamaní, identifica 47 “tipos” de instituciones integradas, que permiten diseñar políticas diferenciadas de atención a la diversidad en aspectos vinculados al financiamiento diferenciado y de desarrollo de la autonomía escolar.
El ejercicio pleno del derecho a la educación implica una preocupación expresa por la equidad. Por tanto, el énfasis en atender la diversidad desde las políticas públicas no puede ser un factor por introducir a posteriori, sino uno indispensable en su abordaje. Para tratar esta problemática es clave contar con mecanismos que permitan distinguir situaciones y tomar decisiones en armonía con dicha diferenciación.
Una tipología de instituciones de Educación Básica Regular: hacia la autonomía y mejores políticas de financiamiento, de César Guadalupe y Andrea Huamaní, plantea la construcción de agrupamientos que permitan diseñar acciones diferenciadas según cada uno de ellos. Los autores consideran que, de esta manera, se evitarán enfoques “planos” que tratan a todas las instituciones por igual. Por el contrario, añaden, se empezará a reconocer lo diverso como clave en la política educativa.
El texto toma como punto de partida las 12 648 instituciones identificadas previamente por César Guadalupe y Antonella Rivera en Cómo crear Centros Educativos Integrados de Educación Básica Regular, a las que denominan “centros educativos integrados”. Con esta base construyen una tipología que “atiende a la necesidad de considerar, por una parte, la importancia de operar con instituciones que gocen de autonomía y, por otra, de asignar los recursos públicos a estas en función de sus características diversas”, puntualizan.
En la primera sección, los autores refieren el por qué y cómo de la construcción de tipologías. Luego, describen el estudio previo en el que se basa el libro y cómo abordaron la preocupación de este ejercicio. A continuación, los investigadores presentan el resultado del ejercicio de construcción de la tipología y en la cuarta sección explican los atributos de cada uno de los tipos identificados. Tras ello, en la quinta sección, dan cuenta de la distribución departamental de los centros educativos integrados, y finalizan con reflexiones sobre el sentido de construir la tipología y su posible asimilación en las políticas educativas.
La construcción de una tipología de instituciones educativas
Como mencionamos, la publicación tomó como referencia el ejercicio de identificación de centros educativos integrados de Guadalupe y Rivera, así como las conclusiones de dicho estudio. Además, complementa esta información con el Censo Educativo (2017, año base del ejercicio en el que se sustenta este trabajo) y otra información nacional.
Los autores optaron por un modelo de análisis de clases latentes para la construcción de la tipología. Según se precisa en el documento, las variables incluidas fueron categorizadas mediante un procedimiento iterativo que consideró la identificación de agrupamientos que tengan sentido según la naturaleza de la variable categorizada, un análisis de conglomerados y asegurar que cada categoría sea homogénea.
Los investigadores determinaron 47 grupos de instituciones con características propias que son presentadas detalladamente en el texto. “Esta descripción es el insumo necesario para identificar políticas de financiamiento diferenciado que justamente tome en cuenta esos atributos”, sostienen.
Además, describen la distribución de esos tipos de instituciones según los departamentos que conforman el país e identifican los tipos que agrupan mayores volúmenes de instituciones, matrícula y docentes tanto a nivel nacional como en cada espacio departamental.
Mejores políticas públicas en educación
En la actualidad, las políticas de financiamiento en educación se relacionan con el número de docentes y estudiantes. Y si bien son importantes, no son suficientes para «reconocer otros atributos que hoy son tratados de modo ad hoc cada vez que existe un programa específico que los atienda desde una lógica de “intervención” puntual que no necesariamente se articula con otras acciones que tienen como destinatarias a las mismas escuelas», puntualizan los autores. De ahí que, como consecuencia, haya problemas de coordinación, superposición, duplicación de la demanda administrativa que tiene que afrontar el servicio educativo, etc.
Una tipología de instituciones de Educación Básica Regular: hacia la autonomía y mejores políticas de financiamiento ayudará a identificar agrupaciones lo suficientemente similares en su interior como para ser objeto de una acción política similar, y diversas entre ellas. Por ejemplo, si un tipo se caracteriza por una importante presencia de estudiantes con una lengua materna diferente del castellano, entonces requerirá de acciones de políticas con aspectos vinculados al bilingüismo, como parte de un conjunto armónico de acciones definidas según el tipo.
De acuerdo con los autores, cuando una tipología como esta sea incorporada en las políticas públicas, será necesario que el ejercicio se sofistique con el fin de minimizar errores y contar con una herramienta lo más robusta posible para el diálogo con los actores. De esta manera, se podrá realizar una efectiva descentralización basada en la autonomía de las instituciones.
Guadalupe y Huamaní consideran que la tipología presentada es un ejercicio, mas no una propuesta específica. Ambos sostienen que el principal valor es mostrar de forma detallada una posibilidad y un camino para resolver problemas centrales del sistema educativo peruano.
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