La demanda de empleo alrededor del proyecto minero ha servido para profundizar transformaciones en proceso en torno a relaciones colectivas de convivencia que antes velaban por el bienestar de las ancianas de las comunidades campesinas. Las investigadoras Leda M. Pérez, Lorena De la Puente y Daniela Ugarte estudiaron ese impacto imprevisto de la minería.
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Un proyecto minero suele operar en torno a comunidades campesinas donde el trabajo colectivo y la reciprocidad son una forma de vida ancestral. Sin embargo, el análisis de su impacto, por lo general, solo se traduce en términos de empleo, mas no en lo que se ha evidenciado en el documento Las cuidadoras de los mineros: género y gran minería en Cotabambas: que la presencia minera puede trastocar las relaciones de convivencia en comunidad y, como consecuencia, perjudicar a las mujeres, sobre todo y con más dureza a las ancianas, a quienes en gran medida excluye.
Las autoras del documento, Leda M. Pérez, Lorena De la Puente y Daniela Ugarte, registraron esta realidad en distintas comunidades campesinas de Tambobamba, uno de los distritos de la provincia de Cotabambas, Apurímac, donde se ubica el proyecto minero Las Bambas. Si antes las mujeres ancianas recibían expresiones de cuidado, apoyo y reconocimiento gracias a sistemas de reciprocidad ancestrales como el ayni y el aillu, las investigadoras hallaron que la presencia minera ha servido para profundizar cambios en curso que van dejando de lado a las mujeres más ancianas.
Según las autoras, existe un creciente «individualismo» y «divisionismo» en las comunidades campesinas incentivados por la oferta laboral de la minería. Por un lado, Las Bambas ha generado una migración hacia la ciudad por la demanda de mano de obra en empresas proveedoras de la mina. Y, por otro lado, ha creado trabajos dentro de la comunidad como parte de sus acciones de responsabilidad social, los cuales son distribuidos de manera rotativa. En el análisis de Pérez, De la Puente y Ugarte, esto ha creado una competencia individual y familiar por el empleo, que viene deteriorando el valor social de las dinámicas tradicionales colectivas.
Ante este escenario, las mujeres ancianas viven en cada vez mayor desamparo porque, además de no poder en gran parte encargarse del hogar ni emplearse en la minería principalmente por su condición de género y su avanzada edad, la comunidad también está menos presente. Es decir, sobre ellas recae lo que las investigadoras han denominado los «impactos no previstos» de la minería, tal como se detalla en el siguiente gráfico:
Desde un enfoque de género, se trata de un caso extremo de impacto negativo de la minería. En artículos anteriores, se ha visto que las mujeres adultas rurales tienen una mayor carga laboral en el hogar y la chacra porque sus esposos migraron a emplearse en las contratistas mineras. También se ha demostrado que, en aras de financiar sus estudios superiores, las mujeres jóvenes urbanas trabajan en condiciones precarias como ayudantes de cocina y limpieza en la ciudad aledaña a la mina. Y en este caso se ha registrado que las mujeres ancianas sufren de un creciente abandono potencialmente inspirado por la nueva dinámica social impulsada por la presencia minera de Las Bambas.
Lo simbólico es que los tres perfiles de mujeres impactadas por la minería corresponden a Apurímac, la región que concentra el futuro de la minería en el Perú. Como afirman las investigadoras Pérez, De la Puente y Ugarte, hay suficiente evidencia para sugerir que, en dicha región, la presencia minera y su impacto en los empleos estarían reforzando los roles tradicionales de género y causando procesos de exclusión, ante los cuales las mujeres terminan siendo las más desfavorecidas. Aunque, como las autoras han destacado en el documento, en el caso de las ancianas sería más preciso decir que ellas son las «excluidas».
Descarga aquí el documento Las cuidadoras de los mineros: género y gran minería en Cotabambas.